Recuperar los niveles de asistencia que teníamos previo a la pandemia ha resultado ser un desafío mucho más complejo de lo que se esperaba, y no sólo en nuestro país.
Hace algunos días The Economist comentaba que, tanto en Estados Unidos como en Australia e Inglaterra, las mejoras están muy por debajo de lo esperado. La misma nota planteaba que una de las explicaciones más plausibles es que, después de haber experimentado el aprendizaje a distancia, algunos estudiantes -y tal vez sus padres- ya no creen que sea esencial o incluso que valga la pena sentarse en un aula.
En Chile, muchos apuestan sus fichas a que la llegada de la primavera motivará a los estudiantes a ir a clases. Sin embargo, el año pasado la asistencia nacional en el último trimestre del año bajó a 82,2%, siendo más baja incluso que los meses de junio y julio.
No quisiera sembrar el fatalismo, sino más bien poner en alerta: no podemos quedarnos de brazos cruzados a esperar qué sucederá entre septiembre y diciembre.
A la hora de buscar estrategias para fomentar la asistencia a clases, recomendamos tener en cuenta algunos datos interesantes que nos pueden dar luces de dónde poner los esfuerzos:
Uno. Si bien las enfermedades –o el temor a ellas- suelen ser las razones que más declaran apoderados y estudiantes para faltar a clases, históricamente se observa en nuestro país que la asistencia es notoriamente menor los días viernes, con un promedio de cinco puntos porcentuales menos que el resto de los días de la semana. ¿Será que los viernes los estudiantes se enferman más?
Dos. De acuerdo a una encuesta aplicada por Fundación Presente a más de 5 mil estudiantes de 6to básico a 4to medio durante el primer semestre de este año, el 50% considera que no es grave faltar al colegio si su apoderado justifica la inasistencia. Asimismo, un 31% considera que no es grave faltar a clases si se pone al día con la materia y el 25% siente “que no pasa mucho en el colegio”.
Tres. Esto se suma a que, en promedio, 4.600 apoderados de estos mismos colegios consideran que recién a partir de 45 días de faltar a clases podríamos considerar que el ausentismo es grave para un estudiante. ¡45 días!
Cuatro. El 52,3% de los y las estudiantes declara que pocas veces o nunca se ha sentido importante para el colegio y un25% considera que a nadie le importa cuando falta clases.
Ante este escenario, invitamos a poner foco este último trimestre a generar conciencia de la importancia de asistir todos los días a clases, en crear las condiciones para que los estudiantes evidencien que cada día vale la pena, que existe un daño en su formación si faltan a clases, ya sea con o sin justificación, y que las familias comprendan que a partir de los 10 días de ausencia las oportunidades de sus hijos e hijas se verán seriamente dañadas por el ausentismo crónico.
Rebeca Molina
Directora ejecutiva
Fundación Educacional Presente