Señor director,
A propósito de la editorial publicada en este medio el día sábado 15 de junio, quisiera complementar con algunos datos. En marzo de 2024, un alarmante 33% de los estudiantes en Chile presentó ausentismo escolar. Antes de la pandemia, esta cifra en el primer mes de clases no superaba el 26%.
¿Por qué hago referencia a marzo? Porque el comportamiento de asistencia de ese mes es un excelente predictor del resto del año. Los pronósticos no son buenos. Si bien en abril se observa una mejora, el primer mes del año escolar nos hace pensar que la asistencia del 2024 podría ser incluso ser peor que la de 2023, pues el ausentismo crónico aumentó en 2,5 puntos respecto de marzo del año pasado.
Si no hacemos algo drástico, más del 52% de los estudiantes podrían tener problemas serios de ausentismo al final de año. Hablamos de alrededor de 1.5 millones de niños, niñas y jóvenes en esta situación. El ausentismo daña tanto su formación como la de sus compañeros que sí van a clases y, por qué no mencionarlo, daña también el desarrollo de todo el país.
Necesitamos acciones claras desde el Gobierno para mostrar que valoramos la escuela y el bienestar de los estudiantes. Suspender clases por eventos de fuerza mayor puede ser debatible, pero lo que no puede pasar es que por causas controlables -como paros, PAES de invierno, elecciones, etc.- tengamos colegios cerrados.
Las autoridades educativas, padres, docentes y toda la comunidad debemos actuar ahora. La asistencia escolar no es una obligación arbitraria, es una necesidad básica. No es opcional; es fundamental. Es nuestra responsabilidad asegurarnos de que los niños estén en la escuela, aprendiendo y desarrollándose.
Actuemos antes de que sea demasiado tarde. ¡Cada día cuenta!
Rebeca Molina L.
Directora ejecutiva
Fundación Educacional Presente